El objeto que nunca le podía falta a cada vaquero en Colombia, que desde las cuatro de la mañana monta su caballo para “mover” el ganado. Una tarde, caminando en medio de la inmensidad de una finca, pude ver una zurriaga olvidada entre el pasto alto sin vaquero que la usara, decidí levantarla y llevarla conmigo. De regreso a la casa, le mostré a la persona más anciana del rancho mi descubrimiento, tras un silencio muy prolongado y luego de tomar asiento, me relato una historia. La finca donde yo encontré ese objeto, hace mucho tiempo fue de las mas productivas del país, “cabezas de ganado hasta donde le llegara la vista” alzando su mano al son de una pequeña lagrima que se asomaba por sus ojos entrecerrados por las arrugas. Mientras me contaba que la vida hace algunos años le había traído tristeza por hombres, que nunca pidió, que llegaron a su territorio, agarró la zurriaga y maldijo el momento en que el odio, supero el perdón, en este país “maldito” como lo llamó él. Sin dudar cada objeto que fue olvidado a causa de la injusta, inigualdad o conflicto, tiene cientos de historias que contarnos… Lo más seguro es que cada una de esas historias, mueran en el olvido de un pasto alto.
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